A bordo del naufragio
Me llevo de vuelta este libro (finalista del premio Herralde de 1998) de Antonio Olmos, que contaba por entonces con 23 años. Tengo que releerlo pero guardo un buen recuerdo de él, narrado en segunda persona, con lo que logro atisbar el paralelismo con esa obra maestra de Perec que es Un homme qui dort, y que en el blog yo trasladaba de manera torpe en las breves series tituladas Languidez.
Para mí esta relectura está cargada de significado en un fin de semana de felices reencuentros con gente a la que trataba mucho en aquellos años. Eso sí, un libro no recomendable para vitalistas, sólo para voceros de la agonía barata.
Para mí esta relectura está cargada de significado en un fin de semana de felices reencuentros con gente a la que trataba mucho en aquellos años. Eso sí, un libro no recomendable para vitalistas, sólo para voceros de la agonía barata.
Por lo demás leo que Francisco Nixon dio un estupendo concierto en La Radio el pasado viernes, cerrando con el 'Chup chup' y todo, y yo currando.
Me entero de que Gorki75 se va unos días a Londres, qué envidia.
Y para acabar, no entiendo por qué, en los últimos tiempos, mi padre trata de extraer de mí a un tipo sociable. Hay milagros difíciles; otros, definitivamente imposibles.
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