
Intensísimo y rozando el sueño y la pesadilla, el día acaba con la lluvia con que comenzó.
Un vuelo de ida con un aterrizaje de lo más perfecto que recuerdo.
Un taxista borde y refunfuñón.
Unos indicadores desesperantes.
Un aula contiguo, un docente repetido, un entretejerse infortunado.
Un almuerzo en Avenida de América, los pasillos del intercambiador que exprimen.
Un primer café en Bravo Murillo.
Un pésame velado.
Segundo guiño: una chica con un manual de griego esperando el tren.
Un segundo café en Betanzos.
Un discreto cumpleaños feliz.
Reencuentros / Desencuentros.
La falta de brújula (no fue necesaria) y las prisas en la red de metro.
Una lucha contra el reloj.
A punto de perder el vuelo.
Tercer guiño: un italiano es mi compañero de asiento a la vuelta y me pregunta por una estación.
Personas enternecedoras, gente abyecta.
Vigilia, no sé, las líneas de Sergio Pitol en
Soñar la realidad.
Arturo Soria invadido de tantos porqués.